LA SANTA MARÍA, LA PINTA Y LA NIÑA
Durante el S. XV surgieron una serie de barcos de vela robustos y de fácil maniobrabilidad que permitieron pasar de la navegación de cabotaje a la de altura. Todos ellos pertenecían al tipo de barco redondo, corto de eslora y de perfil mazacote. Existían tres clases, diferenciadas fundamentalmente por el tamaño. El mayor, la carraca, era de alto bordo y podía cargar más de mil toneladas; su aparejo se componía de tres palos y el bauprés. La nao era un barco intermedio, con una capacidad de entre 200 y 300 toneladas y que podía utilizarse tanto para el comercio como para las empresas de exploración y descubrimiento. La menor, la carabela, sólo cargaba cien toneladas y era particularmente útil para navegaciones rápidas. Carraca, nao y carabela no podían moverse a remo y su maniobrabilidad residía en la adecuada combinación de velas: de los pesados buques nórdicos tomaron la vela cuadrada, buena para navegar con viento de popa, y de los árabes la vela triangular, que aprovechaba el viento de costado.
Al aumentar el transporte de mercancías en grandes cantidades, los fletes se abarataron y pudieron establecerse rutas más directas, sin tantas escalas. Fue desarrollándose así una forma de navegar en la que el conocimiento de los vientos y corrientes y de sus variaciones estacionales adquiría mayor importancia.
Nao "La Santa María". La mayor de todas y mandada por el Almirante Cristobal Colón, llevando como piloto a Pedro Alonso Niño y Sancho Ruíz.
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